jueves, 14 de julio de 2011

Sobre "putadas"

Ayer los niños nos dijeron que su madre pretende saltarse la hora de entrega acordada y devolvérnoslos por la tarde, en lugar de a primera hora de la mañana.

El último intercambio, ella alegó "la hora firmada en el convenio". A pesar de que el mayor estaba enfermo y de que el médico había recomendado que no saliera de casa en todo el día, ella se negó a aceptar ningún retraso en la hora de entrega.

Hoy, mi chico le ha reenviado su propio correo, recordándole el horario convenido, y le ha mandado también un sms para que no alegue que no tiene acceso al correo electrónico desde la playa.

"Consulta tu correo, tienes un emilio importante" o algo así.

La respuesta de ella ha sido "¿qué nueva putada me tienes preparada?".

No sería tan sorprendente si no fuera porque, en tres años, ella se ha aplicado en hacernos casi una cada día, y nosotros hemos sido incapaces -diría más: absurdamente incapaces- de devolverle ninguna de las "putadas" (por respetar su terminología) que nos ha hecho.

A nosotros y a sus propios hijos.

En fin.

miércoles, 13 de julio de 2011

Broncas

Los niños están de vacaciones con su madre en un camping en Cádiz. Llamamos para hablar con ellos, y el mayor le empezó a contar a su padre, entusiasmado, que habían comprado un cenicero con forma de sol .

Su madre, empezó a gritarle como una loca que no nos contara nada de lo que están haciendo a nosotros.

¿¿Porque habían comprado un cenicero??

martes, 12 de julio de 2011

Perpleja

Ayer, por primera vez en tres años, no sólo no hizo falta que nos pasáramos tres horas llamando a los niños hasta que a esta le diera la gana de coger el teléfono, sino que nos llamó ella para que pudiéramos hablar.


Miedo me da saber el motivo.

lunes, 11 de julio de 2011

Lo bueno de tener amigos

Resulta que, el otro día estaba Marta en El Cartujano y vio a los niños llamar "mamá" a una señora. Así que, decidió poner antena.


Aún no he hablado con ella, pero parece que se pasó más de hora y media hablando de nosotros a gritos y diciendo barbaridades.


Dice que va a vetar mi entrada al colegio de los niños; que va a exigir que sólo se los den a ella, a su asistenta y, dado que no puede impedirlo, al padre de sus hijos. Eso es muy lógico: se los pueden dar a una empleada de ella, pero no a la mujer de su padre, que vive con ellos la mitad del mes. Dice que, si no aceptamos esto, que pidamos la custodia. 

A cualquier juez le encantará la propuesta. 


Dice Marta que se pasó todo el tiempo echando sapos y culebras y que, al parecer, no tuvo otro tema de conversación. Con los niños a su alrededor, escuchando. Qué bonito.


Total, que parece que somos el centro de su vida. 

Ya que decidió separarse, creo que debería dejar de pensar en el hombre al que echó de casa hace ya tres años. Digo yo. Por salud mental.