lunes, 31 de octubre de 2011

Puentes

Este puente toca que los niños estén con su madre. Ellos, estaban disgustados: preferían pasarlo con nosotros.

Pedro, porque se olía que se iba a quedar colgado. Pablo, porque tenía la ilusión de hacer una quedada con sus amigos. Poco más que ver una peli de miedo con palomitas por la noche, y que algún amigo se quedara a dormir.



Su madre, le estuvo diciendo que ya lo pensarían durante días y días. Al final, los amigos le pidierrn que aclarara si dormirían en su casa o no, porque tenían que organizarse. Y Pablo, en consecuencia, exigió a su madre que le diera una respuesta definitiva. Por supuesto, ella se negó: siguió diciendo ya veremos, tendría que hablar con los padres de esos niños, tendría que saber, habría que pensar....

Pablo, muy sensato, dijo a sus amigos que no contaran con su casa, que su madre no se decidía. Terminaron organizando la quedada en otro pueblo y de otra forma. Aún no está claro si él va a ir o no, porque su madre dice que no se vaya a pensar que ella está dispuesta a hacerle de taxista.

Ahora, su madre le dice que la culpa de que no hayan hecho una fiesta en su casa es de él, que no se ha organizado bien.

Por suerte, el miércoles están ya con nosotros.

lunes, 24 de octubre de 2011

Reunión en el cole

Hoy ha habido en el cole una reunión con el tutor de Pablo. En cuanto Pablo ha salido del aula, Esther ha tenido la jeta de decir que no le dejamos hablar con sus hijos cuando están con nosotros.

También ha dicho que ella se esfuerza porque haya comunicación y buen rollo, pero que JL sólo quiere hacerle daño y que se niega a llegar a ninguna relación educada.

Hay que tener valor.


La casa

Ayer nos contaron los niños que la casa está destrozada. La que era la casa de la familia. En la que viven cuando están con su madre.

Esa casa que JL sigue pagando porque el juez le ha asignado a ella el uso. Y lo ha hecho a pesar de que los niños están la mitad del mes con nosotros, y no en esa casa.

Nos cuenta que el jardín está hecho un asco, y que la casa está muy estropeada por dentro y por fuera. Que ya no es como cuando él vivía allí.

Una gracia.

Porque la mitad de la propiedad, sigue siendo de JL. Con ese poco cariño, con ese mantenimiento nulo, cada día que pasa, pierde valor.



sábado, 22 de octubre de 2011

Seguimos sin portátil

Después de lo del otro día, Pablo volvió a llamar a su madre, insistiéndole en que necesitaba el ordenador para hacer los deberes y para clase.

Hubo miles de "ahora no puedo", "no puedo hablar hasta las nueve de la noche", y tal.

Por fin, quedó con él en que se lo acercaría al colegio a las ocho y cuarto de la mañana, justo antes de entrar en clase.

Pablo estuvo allí plantado quince minutos.

Su madre, no apareció.

Al mediodía, le llamó para decirle que cuándo se lo llevaba, que por la mañana no había podido.

¿Por qué?, le preguntó Pablo, al estilo Mouriño.

Porque me he dormido, contestó ella.

Intentaron encontrar otro momento en que ella tuviera diez minutos libres para ayudar a su hijo, pero fue imposible.

No puedo, luego tampoco puedo, por la noche tampoco puedo, mañana por la mañana es sábado, tampoco puedo.

Total. Fin de semana, el lunes vuelve con ella.

Sin portátil toda la semana.

jueves, 20 de octubre de 2011

Ayudando, que es gerundio

Empezamos bien los días con los niños: a Pedro se le ha olvidado el móvil en casa de su madre y a Pablo, el ordenador.

El problema es que el móvil de Pedro lo usamos para avisarle de que tiene que salir a tiempo del taller de fotografía para ir a natación, y cosas así; y para cuando va a jugar con un amigo, tenerle localizado.

Y el ordenador es aún peor, porque es el que Pablo usa en el colegio, y lo necesita para las clases.

Pedro se dio cuenta enseguida de que se le había olvidado el móvil, y llamó a su madre a las 2.30 PM para ver si se lo podía acercar.

Por supuesto, ella le dijo que no, que estaba trabajando (sale a las 3.00 PM).

- ¿Y cuando salgas?, le preguntó Pedro, preocupado, porque conoce su tendencia al despiste. Y porque sabe que no puede salir de casa solo sin el móvil, y él quiere irse a jugar con Víctor.

- Después, tampoco, contestó ella.

- ¿Pero, por qué?

- Pues porque no puedo.

La primera, en la frente.

Esta mañana, a eso de las 7.45 AM, Pablo se ha dado cuenta de que a él, lo que se le había olvidado, era el portátil. Su madre, coge el metro al lado de nuestra casa a las 8.15 AM.



Así que, lo que ha hecho ha sido llamarle para que se lo acerque, y recogerlo nosotros en el metro (desde el móvil de JL, porque a él le tiene bloqueadas las llamadas).

No sólo no ha cogido el teléfono, sino que ha rechazado las llamadas. Una, dos, tres y cuatro veces.

Entonces, Pablo le ha mandado un sms para que supiera que no era JL quien llamaba, sino él, y para explicarle lo que pasaba: que necesitaba que le acercara el portátil porque le iba a hacer falta en el cole.

No le ha contestado, así que, ha vuelto a llamarle desde el móvil de JL. Y ella, le ha vuelto a colgar otras tres veces.

El uno se ha quedado sin móvil y el otro, sin portátil.

¿Por qué no vamos nosotros a por él, os preguntaréis? No es la primera vez que nos pasa esto, claro. Pues no vamos nosotros porque, cuando llegamos, nos dice que no está en casa, y que no puede acercarse. Y que no va a organizar su vida como a nosotros nos da la gana.

Así son las cosas, y así se las hemos contado.

domingo, 16 de octubre de 2011

¿Por qué agobias a los niños?

Los niños están preocupados y tristes.

Su madre les ha dicho que van a vender la casa y se van a ir a vivir a un piso.

No queremos irnos, papá, nos han dicho. ¿Qué vamos a hacer con Pebbles? Mamá dice que no se puede tener en un piso.

Les hemos preguntado que por qué la quería vender. Pero no se lo ha dicho.

Su padre  les ha tranquilizado:  No os preocupéis. La mitad de la casa es mía. No puede venderla sin mi consentimiento. Y me la tiene que ofrecer a mí antes que a nadie.

Eso les ha relajado un poco. Pero no las tienen todas consigo. La inquietud y la incertidumbre de no saber qué pretende su madre, les tiene muy nerviosos.

Me gustaría entenderlo y poder decirles algo, pero no tengo ni idea de lo que pretende con esto.

¿Por qué quiere preocuparles? ¿Por qué les dice que va a hacer algo que está claro que no puede hacer? 

Esta mujer es un misterio para mí.


sábado, 15 de octubre de 2011

La última promesa

Después de lo que os conté en la última entrada, hemos podido disfrutar de un último ejemplo.

Tenemos previsto dar un paseo a caballo por Doñana el fin de semana que viene. Planazo. Esther no podía permitir que los niños pensaran en ello. Que se ilusionaran. Algo tenía que inventar.



Ayer Pablo nos llamó entusiasmado, diciendo que su madre le había dejado invitar a dormir a 10 ó 12 amigos, y que iban a hacer una fiesta y se iban a quedar hasta el domingo.

Durante tres años, no se ha quedado nadie a dormir con ellos. Sólo amigos de ella.

De repente, el fin de semana anterior un amigo de Pablo, y este, diez.

No sería malo un cambio, si fuera razonable y definitivo. Habrá que esperar para ver si es cierto.

De todas formas, del "vamos a hacer una fiesta y van a quedarse a dormir 10 ó 12 amigos", hemos pasado a que cuatro o cinco amigos van a pasar la tarde en casa, a merendar y bañarse en la piscina.

Mañana sabremos cómo ha sido todo finalmente.

Ojalá lo pasen bien.

jueves, 13 de octubre de 2011

Promesas incumplidas


Nos gusta hacer cosas. Y, cuando están con nosotros, las hacemos con los niños, claro.

Eso les divierte. Con nosotros están entretenidos y contentos.

A su madre, eso le aburre. Nunca le ha gustado. JL se quejaba de que, cuando estaba con ella, si quería hacer algo diferente a ir a un bar a tomar cervezas, tenía que hacerlo él solo.

Ahora que no están juntos, las cosas no han cambiado: ella sigue sin hacer un plan más allá de ir a un bar, tenga a los niños o no. Como resultado, los niños se aburren.

Como ve que se divierten haciendo cosas, y que les ilusiona pensar en el próximo plan que tenemos, utiliza la Promesa Estratégica.

O sea: cuando están haciendo algo entretenido con nosotros, si les ve contentos, les promete que con ella van a hacer alguna cosa que sabe que les gusta. Así, les distrae de lo bien que lo están pasando con la ilusión por lo que van a poder hacer unos días más tarde.

La última, fue prometerles que les iba a llevar a bucear. Incluso puso por teléfono a su amiga Laura para que les contara que ella es buceadora y que les iba a llevar a hacer el bautismo de inmersión en una piscina.



Lo hizo porque nosotros habíamos planeado ir a bucear a pulmón con nuestro amigo Nono. Ella les dijo que bucear a pulmón era una mierda. Literalmente. Que les iba a gustar mucho más bucear con bombona (en piscina).

Cuando llegó el momento de irnos a bucear, fue fantástico. Fue en el cabo de Gata. Los peces nadaban a nuestro alrededor: casi los podíamos tocar con la mano. Los colores eran como en los documentales de la tele.

Les encantó. Estuvieron dentro del agua durante horas. Los dos días que estuvimos allí.



Ella les llamó uno de los días para decirles que ya tenía organizada la visita a Isla Mágica.

Volvió a poner al teléfono a su amiga Laura para que les contara que su padre había trabajado allí, y que podía conseguir entradas gratis cuando quisiera.

Que, en cuanto volvieran, les llevarían a Isla Mágica.


Los niños, se ilusionan con estas cosas. Y luego se decepcionan cuando ven que les han vuelto a engañar.

Por supuesto, no han hecho ninguna de las dos cosas. Ni ninguna otra de las miles que les ha prometido.



miércoles, 12 de octubre de 2011

El Pilar

Hoy, día del Pilar, los niños han estado con nosotros. Por fin.

Tenían muchas ganas, porque unos amigos maños lo celebran cada 12 de octubre con una fiesta genial. Los años anteriores, siempre había tocado mientras estaban con su madre. Y ella, por supuesto, nunca les había dejado ir.


Ha sido fantástico ver cómo disfrutaban.

Se acaban de dormir con una sonrisa.

domingo, 9 de octubre de 2011

Patético


Tenemos a los niños desde el miércoles. Esta vez, los dos vinieron sin teléfonos móviles.

El jueves, su madre llamó al teléfono de JL mientras él estaba en el gimnasio. JL le dijo que los niños estaban conmigo en casa, haciendo los deberes; que me llamase a mí.

A partir de ahí, se desencadenó una locura de sms: ¿Quiero hablar con los niños y me cuelgas? Luego te dedicas a enviarme mensajes con mentiras de que yo no te permito hablar con ellos. Lo intentare una vez mas y sino tomare medidas (¿¿medidas???).


JL le mandó otro que decía: Te he contestado que llames a mi mujer, están con ella. Haz lo que consideres.



Y ella: Yo no tengo xq llamar a quien no conozco. Deduzco que no estás con ellos. Si no están con su padre deberían estar con su madre. Espero que cuando veas a los niños les permitas devolverme la llamada desde tu tlfno.

A esto siguió una escalada sin sentido en donde ella le acusaba de dejar a los niños tirados por ahí con tal de robárselos a su madre, le instaba a superar el divorcio, después de cuatro años, y no sé cuántas cosas más.

No sería tan patético si no fuera porque llevamos tres años teniendo que hacer entre veinte y cuarenta llamadas (al teléfono de Pablo, al de Pedro, al de casa, a los dos de su madre y, a veces, incluso al del novio de turno de ella) cada vez que queremos hablar con los niños y están con ella. Y no siempre lo conseguimos. Los de los niños, ella los pone en silencio, los apaga o los esconde. El de casa, lo descuelga, los de ella, sencillamente, no los coge.

Tampoco sería tan patético si no fuera porque nosotros jamás los dejamos solos, y ella los deja solos varias veces a la semana con cualquier disculpa: lo mismo vale que va a comprar tabaco, que va a ver a una vecina o que se va a tomar una cervezas.

Además, JL entra a trabajar una hora más tarde de su horario y sale una hora pronto por estar con ellos siempre que los tenemos. Tiempo que luego tiene que recuperar cuando no están con nosotros, claro. En cambio, ella se va de casa hora y media antes de que entren en el colegio y vuelve a casa varias horas después. A pesar de que sale del trabajo a la misma hora que ellos salen del colegio.

Tampoco sería tan patético todo esto si no fuera porque, cuando le toca tener a los niños, la mitad del tiempo se los deja a alguien para poderse ir de juerga sin ellos. Y para eso valen vecinos, amigos de los niños, hijas de amigas suyas o cualquiera. Ni siquiera los deja con sus hermanas. Supongo que estarán hasta las narices de echar un cable y que eso nunca tenga compensación por parte de ella.

Y tampoco sería tan patético si no fuera porque me conoce desde hace tres años, cuando se coló en Feria en la caseta de JL exigiendo que le invitáramos a una cerveza. Y porque, después de eso, nos hemos encontrado en los juzgados, en el colegio de los niños, en el supermercado o en los bares de alrededor tantas veces que he perdido la cuenta.

         

Porque lo cierto, es que se aburre con ellos. No le gusta estar con los niños. Y esto es algo tan descarado, que hasta ellos se dan cuenta. Y les duele. Les duele sentir que su madre no hace más que buscar la forma de quitárselos de encima.

Después de los tropecientos sms que le mandó a JL, por supuesto, él le pasó con los niños en cuanto llegó a casa, media hora más tarde. Y digo por supuesto, porque nosotros somos tontos y siempre procuramos que los niños hablen con su madre.

Se puso a pegarles gritos de qué estaban haciendo, con quién y por qué se habían quedado solos. Ellos, agobiados como siempre que tienen que soportar ese bombardeo, le contestaron que no se habían quedado solos, que habían estado haciendo los deberes conmigo.

Ufffff…

Habló unos dos minutos con cada uno: lo justo para que se comieran la bronca correspondiente.
Y después de tanto drama, no ha vuelto a llamarles hasta ahora: viernes (por supuesto: no les va a llamar el viernes de cervecitas), sábado (ni durante la juerga del sábado sabadete), ni en lo que va de domingo.


Como mucho, les llamará esta noche, para que no le puedan preguntar que por qué no les ha llamado más que una vez en toda la semana.

Daría risa si no fuera tan triste.

viernes, 7 de octubre de 2011

Sobre llamadas y sms

Como casi todo el mundo divorciado y con niños, las vacaciones de verano se dividen de la siguiente manera:

1ª mitad de julio, con uno
2ª mitad de julio, con el otro
1ª mitad de agosto, con uno
2ª mitad de agosto, con el otro

Este verano también fue así para nosotros.

Durante las dos quincenas que tuvimos a los niños, su madre les llamaría dos o tres veces. En quince días.

Una de las veces, Pablo le preguntó que por qué no les había llamado en tanto tiempo.

Ella contestó que la culpa era de ellos. Que tenían que haberle mandado un sms diciéndole que querían hablar con ella y pidiéndole que les llamara.

Que no pensaba volver a llamarles si no lo hacían así.

(Solicitando audiencia, le faltó decir)

jueves, 6 de octubre de 2011

Discos

JL es un loco de la música desde que era un crío. Empezó a comprar vinilos cuando no tenía siquiera plato.

Tenía una colección amplia y variada que iba desde Beethoven hasta los Rolling o Billy Holliday, pasando por ACDC o Queen.


Por supuesto, no lo pudo sacar de casa cuando Esther le echó.

Un día Pablo nos vino diciendo que cada vez había menos discos en la estantería.

Unas semanas después, llegó de casa de su madre con sus cosas en una bolsa de una tienda de compraventa de discos de segunda mano.

Hemos enseñado al dueño una foto de Esther. Y le hemos pedido que, si le lleva más discos, por favor nos llame, que se los re-compraremos.


miércoles, 5 de octubre de 2011

De vuelta

Hoy vuelven los niños con nosotros. Ole.

Miedo me da lo que nos puedan venir contando.

lunes, 3 de octubre de 2011

Libros

Durante los tres meses de vacaciones de verano, Pedro ha leído seis libros mientras estaba con nosotros. Pablo, siete.

Mientras estaban con su madre, no han leído ninguno.