viernes, 25 de noviembre de 2011

Lo tuyo es mucho teatro

Vaya semanita llevamos.

Pablo tuvo una lipotimia en el cole el viernes por una bajada de tensión. Una movida: llegó una ambulancia del 112, los niños de su clase llorando... No era nada, pero resultaba muy aparatoso.

Cuando le preguntaron a Pablo el teléfono de sus padres, dio el de JL , claro.

Fuimos a buscarle, le trajimos a casa y se pasó toda la tarde durmiendo.

Su madre, le llamó esa tarde exclusivamente para reñirle porque el colegio hubiera llamado por teléfono a su padre en lugar de a ella. No para preguntarle cómo estaba. Y eso que se le notaba en la voz que se encontraba fatal.

Al día siguiente, el pobre se levantó con unas anginas tremendas: le dolía tanto que no podía ni tragar saliva, tenía fiebre altísima... Así todo el fin de semana.






El médico le recetó antibíótico, antipiréticos, antiinflamatorios y de todo. No tenía fuerzas ni para comer.

Por supuesto, el lunes no pudo ir al colegio.

JL le había mandado a su madre un correo electrónico adjuntándole los informes médicos, la medicación necesaria y explicándole todo lo que había pasado.

Pablo estuvo conmigo toda la mañana del lunes. Durmiendo la mayor parte del tiempo. Se despertó por la insistencia de las llamadas de su madre, empeñada en saber a qué hora lo íbamos a llevar a su casa.

- Pues, mamá, no sé, no me encuentro bien.

Pero esa respuesta no valía. Llamó cuatro veces entre las 12, que se levantó Pablo, y la una y media. Hasta yo escuchaba los gritos al otro lado exigiendo conocer la hora exacta a la que yo le iba a llevar. No entendíamos el sentido. Ella nunca está en casa a esa hora y, en cambio, su asistenta siempre está desde un par de horas antes hasta tres o cuatro horas después.

Eso fue el lunes. El miércoles lo entendimos.


Cuando yo le confirmé que llevaría a Pablo a su casa a las 2, ella aprovechó el momento.

Mientras yo estaba con Pablo camino de su casa, se presentó en el colegio. Empezó a preguntar por él con gesto desesperado, diciendo que se había enterado por un vecino del desmayo de su hijo, que no había podido hablar con él en todo el fin de semana, que no le habíamos dejado verlo. Que no sabía que seguía enfermo y no había ido al colegio. Que dónde estaba.

Preguntaba a los profesores y a los amigos si le podían decir algo.

Se fue, incluso a hablar con la tutora de Pedro para contarle lo mismo.

Lástima que le saliera el tiro por la culata. El miércoles, Pablo tampoco fue al colegio, pero sí a clase de inglés. Cuando le vieron, sus compañeros corrieron a hablar con él, a preguntarle cómo estaba. Le dijeron que su madre había estado preguntando por él en el colegio dos días antes.

- Ya. Para dar pena - les contestó él, avergonzado.

De verdad, que es una pesadilla tener que estar así.

Pero ¿qué tiene esa mujer en la cabeza??

martes, 22 de noviembre de 2011

castigos

Hoy, he tenido la osadía de hablar con los niños.

Así que, su madre les ha quitado los móviles y ha descolgado el teléfono de casa para que no puedan hablar no su padre.

Castigados por tener la desfachatez de hablar con su madrastra.

¡Si es que, ellos se lo buscan....!

jueves, 17 de noviembre de 2011

de sms y llamadas (¡¡¡otra vez!!!)

Ayer nos contaba Pablo (de nuevo), que su madre le exige que le mande un sms si quiere hablar con ella. Le dice que tenga claro que jamás le va a llamar motu propio. Que, como hijo, tiene el DEBER de pedirle (rogarle, diría yo) "audiencia telefónica".

Le mandó el sms, claro.

"Mamá, llámame"

Ella, le llamó. ¿Ves? le dijo Si me lo pides, yo te llamo. Mira qué fácil es.

Está bien. Le está entrenando para obedecer contra toda lógica. Y también para que entienda que ella no da nada si cobrar una tasa a cambio. La que sea. Cualquier cosa, aunque sea una tontería. Un sms es suficiente para que él entienda que mamá no da nada gratis. NADA. Ni siquiera cariño por teléfono.

Hace un rato, ha llamado. Pablo estaba en la ducha. Se lo hemos dicho. Ha vuelto a llamar, y Pedro le ha dado el teléfono a su hermano, que estaba en bolas recién salido de la ducha.





Mientras tanto, la profesora de apoyo estaba tocando el timbre de la puerta. Así que, Pablo tenía 0,2 segundos para vestirse y no hacerle esperar. Al fin y al cabo, la clase dura sólo una hora.

Como se enrollaba y el niño seguía en bolas, le hemos pedido que cuelgue, que la profesora ya estaba en casa.

Ella, ha llamado por teléfono a la chica, diciéndole que le suplicaba que le pasara con Pablo, que le estábamos impidiendo hablar con su hijo.

La profe , flipada, le ha contestado que Pablo acababa de salir de la ducha cuando ella entraba por la puerta. Pero que, si era tan urgente, le pasaba el teléfono un momento.

Cuando ha colgado, Pablo nos ha contado que no quería nada. Que sólo le decía que por qué le prohibíamos hablar con ella.

Con estas cosas, me quedo sin saber muy bien qué pensar. Ni qué se le pasará por la cabeza a esta mujer cuando actúa así.


lunes, 14 de noviembre de 2011

Huckleberry

Después de tanta movida con el libro de Mark Twain, resulta que Pablo no ha leído nada.

Una semana con su madre, y no lee ni un capítulo. Estamos a día 14 y tiene que terminarlo para el día 2 de diciembre. Y el libro en cuestión, tiene 325 páginas. Ni de broma le da tiempo.

Verás tú cómo el fin de semana del 2 terminamos quedándonos todos en casa para que él pueda terminar.

Tiene narices la cosa.

jueves, 10 de noviembre de 2011

más mensajes

Ayer, de nuevo, Esther mandó un sms a los niños que decía algo así como "avisadme si hoy conseguís que os dejen hablar conmigo. Un beso. Os quiero mucho".

Pablo le contestó "Pues llama. Siempre que llamas podemos hablar".

Porque, por supuesto, había mandado el sms, pero no había llamado por teléfono.

Llamó nada más recibir el mensaje, y le echó a Pablo una bronca del copón por haberle escrito esa respuesta. Pablo le decía "pero, mamá, si siempre que nos llamas puedes hablar con nosotros"

Pero ella quiere convencerles de que llama muchas veces al día pero nosotros les hemos trucado los teléfonos para que las llamadas entren unas veces sí y otras no.

Surrealista.

Yo creo que trata de crear pruebas para los juicios o algo así. Porque no creo que piense que puede convencer a los niños de que les llama todos los días pero ellos no se enteran.

Que Pablo y Pedro son niños, pero no tontos.

martes, 8 de noviembre de 2011

Libros y material escolar

No podíamos tener dos días tranquilos.

El fin de semana ha estado con nosotros Miguel, el amigo de Pablo. Nos hemos enterado de que hace más de dos semanas les mandaron comprar Huckelberry Finn de Mark Twain. El día límite para tenerlo era el 2 de noviembre.

Desde el 2 de noviembre tienen un mes para leerlo y entregar un trabajo para clase de lengua.

Esther le ha dicho que lo encargó por internet, pero aún no ha llegado.

Pero Pablo, cree que eso no es verdad: cree que su madre le está dando largas y que al final no se lo va a comprar. Como siempre.

Y, como siempre, estamos en la misma disyuntiva ¿Se lo compramos nosotros, aunque sea ella la que tiene la obligación y el dinero?

Lo que está claro, es que  J L y yo no íbamos a dejar que Pablo se quedara sin el libro hasta una semana antes de la entrega del trabajo. Y que lo tenga que leer sin tiempo, y que tenga que hacer el trabajo  deprisa, tarde y mal.

Así que, ayer fuimos a comprarlo. Queríamos que Pablo nos confirmara que, efectivamente, no tenía el libro y que era mentira que su madre lo había encargado, para no duplicar la compra.

Cuando José Luis intentó hablar con ella, la respuesta fue la de siempre: se puso a gritar como una loca "¡déjame en paz! ¡no me organices la vida! ¡no tengo por qué comprar nada! ¡olvídame! ¡vive tu vida!".

Por supuesto, fuimos a la librería que hay al lado del colegio y compramos el libro.

Que lo tenían. No había que encargarlo por internet. Bastaba con darle 9 euros a Pablo para que lo comprara al salir del colegio.


viernes, 4 de noviembre de 2011

el menú nuestro de cada día

Menú de los niños esta semana en casa de Esther:

  • Jueves: lentejas viudas
  • viernes: garbanzos
  • sábado: canelones
  • domingo: filete con patatas (en casa de Alejandro)
  • lunes: espirales de pasta  con salsa rosa, salchichas y palitos de pescado
  • martes: patas rusas y arroz
De postre, todos los días yogur.
De desayuno, leche con galletas o donuts o bollería industrial.



La fruta no existe.

De cenar, pizza o hamburguesa del bar del pueblo, o comida china para llevar.

Así que, cuando nos hemos enterado hemos cambiado nuestros menús. Hasta ahora no les habíamos preguntado qué comían, confiando estúpidamente en el criterio de su madre.

Ahora tenemos menús hipervitaminados, hiperproteínicos. Fruta en el desayuno la comida y la merienda, verdura en comida y cena, y carne o pescado también en comida y cena. Desayunos de fruta, leche y tostada con jamón y queso, paté, salami; o huevos fritos con tomate a la plancha, champiñones y jamón...



Hoy tenemos crema de zanahoria y puerro con tostones de pan y jamón y patatas guisadas con carne.

De postre, macedonia o batido de frutas.



miércoles, 2 de noviembre de 2011

Más petardos

Después de la "fiesta" petardera de ayer, nos fuimos a la cama con bastante inquietud por dos cosas: la inconsciencia de Pablo (al fin y al cabo, es un niño. No es tan raro que sea inconsciente), y la dejadez de su madre que, conociéndole, le deja horas solo por ahí sin ningún control.

Por la mañana, a eso de las 12, nos llama Pedro.

Qué raro.

Nos cuenta que están con la policía. Que la ha llamado Pablo. Que estaban pescando carpas en el parque con Miguel, cuando unos gamberros les han empezado a tirar petardos. A Pablo le han dado con uno en la espalda. Le ha quemado la camiseta, la ha traspasado y le ha hecho una quemadura.

A Miguel, le ha hecho una quemadura en el gemelo.

Pablo ha llamado al 112 y los gamberros se han escapado.

¿Y mamá, Pedro?

Mamá no estaba.

Un rato más tarde, nos vuelven a llamar y nos dicen que su madre les ha dicho que se pongan Trombocid en las quemaduras (¡¡¡¡!!!!).

¡¡Lavaos las quemaduras inmediatamente y poneos aloe si no hay otra cosa en casa (que no habrá)!!
Pero lo mejor es que os lleve mamá al médico para que os pongan un apósito. Las quemaduras son peligrosas. No se vayan a infectar.

Por la noche, nos confirmaron que, por supuesto, su madre no les había llevado al médico.

Tiene bemoles la cosa.

incoherencias y reacciones absurdas

El lunes por la noche, JL salió a correr. Ya de vuelta, se encontró con Pablo, que estaba tirando petardos con sus amigos.

Vamos a tirar este, vamos a tirar este otro... ¡Pero bueno, niño! ¿¿cuántos petardos llevas encima??

- Mamá me ha dado dinero, no son todos míos, llevo también los de mis amigos...
- Abre la mochila y enséñame qué llevas ahí.

(Recordemos que Pablo tiene doce años)

Pablo abre la mochila y JL ve que lleva ahí lo más grande: medio kilo de pólvora pegado a la espalda.



Susto enorme, el corazón encogido... ¿tu madre sabe esto?

Petardos requisados. Si son de tus amigos, que vengan sus padres a pedírmelos, que yo se los doy.

Al cabo de un rato, Pablo y su amigo Miguel vienen a casa a por la mochila (ya vacía de petardos).

En ese momento, llama su madre y le monta la bronca del siglo, no por los petardos, sino por estar con nosotros.

Cuando Pablo y Miguel se marcharon, JL escribió un sms a Esther contándole lo del medio kilo de petardos en la espalda, diciéndole que había castigado a Pablo sin tirar petardos hasta el próximo fin de siglo, y pidiéndole que ella mantuviera también el castigo. No hubo respuesta.

Por la noche, cuando hablamos con los niños, Pablo nos dijo que se había llevado una pedazo de bronca por haber venido a casa a vernos; otro pedazo de bronca porque nosotros le mandamos el dichoso sms informativo.

¿Y por los petardos? ¿te ha reñido?

No. Por los petardos, no.