- El 8 de agosto (su cumpleaños), media hora, tomándose una cerveza.
- El 3 de septiembre les llamó, pero no quedó con ellos.
- El 12 de octubre les llamó, pero no quedó con ellos
- El 2 de enero les llamó, pero no quedó con ellos
- El 12 de febrero, por el cumpleaños de Pedro. Comió con ellos.
- El 10 de marzo, para darle a Pedro su regalo de cumpleaños. Comió con ellos.
- El 16 de junio, para el cumpleaños de Pablo. Comió con ellos
- El 4 de julio exigió verles a cambio de firmar la autorización que se exige desde el 26 de junio para que los menores salgan de España. Firmaron, se tomó una cerveza y los mandó para casa sin comer a las tres y media de la tarde.
No llevo registro de las llamadas telefónicas entre el 12 de febrero y hoy, pero han sido, más o menos, una vez cada mes o mes y medio.
Además de esto, se ha presentado en el colegio de los niños dos veces para hablar con sus profesores. Eso ha sido en torno a mayo. No quedó luego con los niños. Sólo les vio un momento. Llevaba sin hablar con ningún profesor de Pablo y Pedro desde que los niños se escaparon de casa. Sólo había pasado una vez por el colegio para decir que echaba de menos a sus hijos porque José Luis le había puesto una orden de alejamiento. La psicóloga del colegio, Begoña, se lo tragó (es su amiga), y pidió a los tutores que hablaran con los niños. Por suerte, la tutora de Pablo no lo hizo. El tutor de Pedro, tampoco. A mí me dijo que, si tantas ganas tenía de ver a Pedro y de hablar con él, no entendía por qué no se había pasado por la clase.
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