jueves, 17 de noviembre de 2011

de sms y llamadas (¡¡¡otra vez!!!)

Ayer nos contaba Pablo (de nuevo), que su madre le exige que le mande un sms si quiere hablar con ella. Le dice que tenga claro que jamás le va a llamar motu propio. Que, como hijo, tiene el DEBER de pedirle (rogarle, diría yo) "audiencia telefónica".

Le mandó el sms, claro.

"Mamá, llámame"

Ella, le llamó. ¿Ves? le dijo Si me lo pides, yo te llamo. Mira qué fácil es.

Está bien. Le está entrenando para obedecer contra toda lógica. Y también para que entienda que ella no da nada si cobrar una tasa a cambio. La que sea. Cualquier cosa, aunque sea una tontería. Un sms es suficiente para que él entienda que mamá no da nada gratis. NADA. Ni siquiera cariño por teléfono.

Hace un rato, ha llamado. Pablo estaba en la ducha. Se lo hemos dicho. Ha vuelto a llamar, y Pedro le ha dado el teléfono a su hermano, que estaba en bolas recién salido de la ducha.





Mientras tanto, la profesora de apoyo estaba tocando el timbre de la puerta. Así que, Pablo tenía 0,2 segundos para vestirse y no hacerle esperar. Al fin y al cabo, la clase dura sólo una hora.

Como se enrollaba y el niño seguía en bolas, le hemos pedido que cuelgue, que la profesora ya estaba en casa.

Ella, ha llamado por teléfono a la chica, diciéndole que le suplicaba que le pasara con Pablo, que le estábamos impidiendo hablar con su hijo.

La profe , flipada, le ha contestado que Pablo acababa de salir de la ducha cuando ella entraba por la puerta. Pero que, si era tan urgente, le pasaba el teléfono un momento.

Cuando ha colgado, Pablo nos ha contado que no quería nada. Que sólo le decía que por qué le prohibíamos hablar con ella.

Con estas cosas, me quedo sin saber muy bien qué pensar. Ni qué se le pasará por la cabeza a esta mujer cuando actúa así.


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