No podíamos tener dos días tranquilos.
El fin de semana ha estado con nosotros Miguel, el amigo de Pablo. Nos hemos enterado de que hace más de dos semanas les mandaron comprar Huckelberry Finn de Mark Twain. El día límite para tenerlo era el 2 de noviembre.
Desde el 2 de noviembre tienen un mes para leerlo y entregar un trabajo para clase de lengua.
Esther le ha dicho que lo encargó por internet, pero aún no ha llegado.
Pero Pablo, cree que eso no es verdad: cree que su madre le está dando largas y que al final no se lo va a comprar. Como siempre.
Y, como siempre, estamos en la misma disyuntiva ¿Se lo compramos nosotros, aunque sea ella la que tiene la obligación y el dinero?
Lo que está claro, es que J L y yo no íbamos a dejar que Pablo se quedara sin el libro hasta una semana antes de la entrega del trabajo. Y que lo tenga que leer sin tiempo, y que tenga que hacer el trabajo deprisa, tarde y mal.
Así que, ayer fuimos a comprarlo. Queríamos que Pablo nos confirmara que, efectivamente, no tenía el libro y que era mentira que su madre lo había encargado, para no duplicar la compra.
Cuando José Luis intentó hablar con ella, la respuesta fue la de siempre: se puso a gritar como una loca "¡déjame en paz! ¡no me organices la vida! ¡no tengo por qué comprar nada! ¡olvídame! ¡vive tu vida!".
Por supuesto, fuimos a la librería que hay al lado del colegio y compramos el libro.
Que lo tenían. No había que encargarlo por internet. Bastaba con darle 9 euros a Pablo para que lo comprara al salir del colegio.
El fin de semana ha estado con nosotros Miguel, el amigo de Pablo. Nos hemos enterado de que hace más de dos semanas les mandaron comprar Huckelberry Finn de Mark Twain. El día límite para tenerlo era el 2 de noviembre.
Desde el 2 de noviembre tienen un mes para leerlo y entregar un trabajo para clase de lengua.
Esther le ha dicho que lo encargó por internet, pero aún no ha llegado.
Pero Pablo, cree que eso no es verdad: cree que su madre le está dando largas y que al final no se lo va a comprar. Como siempre.
Y, como siempre, estamos en la misma disyuntiva ¿Se lo compramos nosotros, aunque sea ella la que tiene la obligación y el dinero?
Lo que está claro, es que J L y yo no íbamos a dejar que Pablo se quedara sin el libro hasta una semana antes de la entrega del trabajo. Y que lo tenga que leer sin tiempo, y que tenga que hacer el trabajo deprisa, tarde y mal.
Así que, ayer fuimos a comprarlo. Queríamos que Pablo nos confirmara que, efectivamente, no tenía el libro y que era mentira que su madre lo había encargado, para no duplicar la compra.
Cuando José Luis intentó hablar con ella, la respuesta fue la de siempre: se puso a gritar como una loca "¡déjame en paz! ¡no me organices la vida! ¡no tengo por qué comprar nada! ¡olvídame! ¡vive tu vida!".
Por supuesto, fuimos a la librería que hay al lado del colegio y compramos el libro.
Que lo tenían. No había que encargarlo por internet. Bastaba con darle 9 euros a Pablo para que lo comprara al salir del colegio.
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