lunes, 23 de enero de 2012

Lavando cocos


Como os conté en la entrada del 22/12/2011, Pedro se enteró de forma un tanto brusca de que los Reyes Magos son los padre.

Vamos, que se lo contó su madre a lo bruto, por mucho que Pablo intentó evitarlo.
No era suficiente con que el pobre enano tuviera que enterarse así: por su madre y tipo bronca.

Entérate ya, que ya tienes edad! ¡Y vete de aquí, que no quiero ni verte si sigues llorando por una chorrada así!"




Ahora, ella les dice que eso no ha pasado nunca. NUNCA JAMÁS. Que ella no podría hacerles algo así.

Les dice que es su padre el que les está manipulando para convencerles.

"Qué pasa, que vuestro padre os ha abducido otra vez ¿no? ¡¡Yo no haría eso en la vida, entérate!! ¡¡En la vida!! No volváis a decirme eso NUNCA ¿me oís? ¡¡NUNCA!!"

Alucino, porque del 22 de diciembre a la semana pasada no ha pasado ni un mes ¿cómo va a convencer a los niños que es mentira una cosa que han vivido hace sólo dos o tres semanas? Y más, una cosa así, que a Pablo le angustió mucho y a Pedro le hizo llorar.

Pues, al parecer, es una táctica que usa bastante.

Como eso que cuentan de la mujer que llega a casa y se encuentra a su marido con otra en la cama. Ellos se levantan, se visten con toda calma, se despiden con un beso, mientras ella grita enfadada a su alrededor. El hombre se sirve un whisky, coge el periódico y se sienta en una butaca a leerlo. Cuando la mujer insiste en gritarle, el contesta tranquilamente:

Qué cosas tienes, querida. Cuando has entrado, yo estaba aquí sentado, con mi copa, leyendo las noticias.

Y ella se queda tan perpleja que empieza a dudar de sí misma.

De momento, por supuesto, no le funciona. Como he dicho alguna vez, Pablo y Pedro son niños, pero no tontos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario