Ya lo puedo contar.
Desde este verano, Pablo y Pedro lloran cuando tienen que volver con su madre. A veces, los lunes por la mañana, se nos meten en la cama preguntándonos si les dejamos ponerse enfermos y no ir al cole, para así no tener que volver con su madre por la tarde.
Cada semana es peor. Cada semana están más cerca de la crisis de ansiedad los domingos por la noche.
Por eso, y por todo lo demás que he contado en capítulos anteriores, hemos decidido pedir un cambio de custodia.
Crucemos los dedos. No quiero pensar qué pasará si esto sale mal.
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