Después de lo del otro día, Pablo volvió a llamar a su madre, insistiéndole en que necesitaba el ordenador para hacer los deberes y para clase.
Hubo miles de "ahora no puedo", "no puedo hablar hasta las nueve de la noche", y tal.
Por fin, quedó con él en que se lo acercaría al colegio a las ocho y cuarto de la mañana, justo antes de entrar en clase.
Pablo estuvo allí plantado quince minutos.
Su madre, no apareció.
Al mediodía, le llamó para decirle que cuándo se lo llevaba, que por la mañana no había podido.
¿Por qué?, le preguntó Pablo, al estilo Mouriño.
Porque me he dormido, contestó ella.
Intentaron encontrar otro momento en que ella tuviera diez minutos libres para ayudar a su hijo, pero fue imposible.
No puedo, luego tampoco puedo, por la noche tampoco puedo, mañana por la mañana es sábado, tampoco puedo.
Total. Fin de semana, el lunes vuelve con ella.
Sin portátil toda la semana.
Hubo miles de "ahora no puedo", "no puedo hablar hasta las nueve de la noche", y tal.
Por fin, quedó con él en que se lo acercaría al colegio a las ocho y cuarto de la mañana, justo antes de entrar en clase.
Pablo estuvo allí plantado quince minutos.
Su madre, no apareció.
Al mediodía, le llamó para decirle que cuándo se lo llevaba, que por la mañana no había podido.
¿Por qué?, le preguntó Pablo, al estilo Mouriño.
Porque me he dormido, contestó ella.
Intentaron encontrar otro momento en que ella tuviera diez minutos libres para ayudar a su hijo, pero fue imposible.
No puedo, luego tampoco puedo, por la noche tampoco puedo, mañana por la mañana es sábado, tampoco puedo.
Total. Fin de semana, el lunes vuelve con ella.
Sin portátil toda la semana.
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