Ya está todo en marcha. Esther ha recogido, leído y contestado el burofax que le informaba y le solicitaba aprobación para comenzar una evaluación psicológica de los niños, que es el primer paso para pedir el cambio de custodia.
Se ha negado, por supuesto.
Consecuencias:
La primera ha sido que ha llamado a Pablo y Pedro TODOS LOS DÍAS. Por primera vez desde que les conozco. Ayer fue el único día que no tuvieron llamada de su madre desde el jueves.
La segunda, las conversaciones en sí. Con Pedro, conversaciones normales. Con Pablo, de horror.
El viernes, cuando llamó, Pablo estaba haciendo los deberes con un amigo y yo les estaba ayudando. Su madre empezó a preguntarle que dónde estaban los gayumbos de Calvin Klein de los que hablé en la entrada anterior. Él se quedó blanco, y dijo que en casa de ella
- ¿Y qué pasa con esos gayumbos? le preguntó ella.
- Nada, que son míos - le contestó Pablo
- ¿Y cuándo te he dicho yo que no?
- Mamá, desde que los viste me dijiste que eran para tu novio.
- ¿¿Cuándo?? ¿Cuándo he dicho yo eso?? ¡¡¡Yo nunca he dicho eso!!! ¡¡¡Nunca!!!
- Mamá ¿cómo que no? ¡si me los quitaste y se los diste a él
- ¡Cómo puedes decir esas cosas! ¿es que ya no confías en mí? ¿¿no confías?? ¿No iban mejor las cosas cuando confiabas en mí? ¿no iban mejor? ¿no iban mejor? ¡¡contesta!! ¡¡contesta!!
- Mamá, a veces iban mejor, a veces - para ahora, Pablo ya estaba agobiadísimo; su amigo diciéndole que había bebido mucho y que le dijera que estaba estudiando y colgara el teléfono.
Pero ella seguía:
- ¿¿Cómo que a veces?? ¡¡Tu eres tonto!! ¡¡¡Tú eres GILIPOLLAS!! ¡¡Pablo, eres gilipollas!!
Cada vez más gritos, cada vez más agresiva.
El sábado se repitió lo mismo. Además de tonto, imbécil, gilipollas y demás, le llamó hijoputa. Lo cual, siendo ella su madre, me parece un poco tonto. Y le colgó el teléfono.
Después de colgarle el teléfono, le llamó a su amigo, que volvía a estar con nosotros.
Le dijo que no quería hablar con Pablo, pero que le dijera de su parte que nadie en el mundo le quería más que ella, que él le estaba haciendo mucho daño y que pensara bien en dónde iba a acabar su madre por culpa del daño que él le estaba haciendo.
El amigo todavía está agobiado, claro.
Hoy vuelven con ella. José Luis lleva dos días sin dormir. Yo, dos días con pesadillas.
Crucemos los dedos
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